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Congelar patatas, café para ir al baño y chicle para abrirnos el estómago. 'Habemus' el 3º consultorio de Maldita Alimentación

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¡Mes nuevo, viernes nuevo, nuevas preguntas y respuestas! Seguimos con las dudas sobre comidas y bebidas porque, por tercer mes consecutivo, llega el consultorio de Maldita Alimentación. Si te has planteado congelar las patatas y cómo hacerlo o te has preguntado por qué comer a veces es una respuesta a la tristeza o al estrés, estás de suerte, te contamos esto y mucho más.

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¿Comer chicle pone en marcha el sistema digestivo y afecta a nuestro apetito? 

Hace unos días os explicamos si mascar chicle daña los dientes. Ahora nos habéis preguntado si hacerlo pone en marcha al sistema digestivo y afecta a la sensación de apetito, de hambre o de saciedad que podamos sentir. Es cierto que el mascado estimula algunas funciones digestivas, y las evidencias científicas existentes indican que masticar chicle puede disminuir la sensación de hambre.

Beatriz Robles, tecnóloga de los alimentos y nutricionista, confirma a Maldita.es que “masticar chicle pone en marcha algunas de las funciones digestivas”. “Las investigaciones sobre el consumo de chicle indican que puede tener cierto papel en la sensación de saciamiento (sensación de plenitud que aparece mientras comemos y que nos lleva a finalizar la comida) y de saciedad (sensación que aparece entre una comida y otra antes de que volvamos a tener hambre), ambas relacionadas con la inhibición de la ingesta”, señala la experta.

En cuanto a la sensación de hambre, los estudios realizados hasta ahora apuntan a que más bien ocurre lo contrario: “Parece que reduce esa sensación o que lleva a una ingesta de menor cantidad de energía, aunque todavía debe profundizarse en la investigación”.

Un metaanálisis (una revisión de los resultados de los estudios científicos publicados sobre el tema aplicando técnicas estadísticas) publicado en 2015 analiza los efectos de masticar sobre el apetito, la ingesta de alimentos y las hormonas intestinales. Los autores indican que masticar disminuye el hambre y la ingesta de alimentos probablemente mediante la estimulación de las hormonas intestinales relacionadas con la saciedad.

Un ensayo realizado con 33 participantes también concluye que mascar chicle reduce la ingesta energética en el almuerzo después de un desayuno controlado. Otro ensayo llevado a cabo con 50 mujeres indica que masticarlo de forma intermitente después del almuerzo mejora la percepción de saciedad y puede reducir la ingesta de snacks altos en carbohidratos por la tarde.

Marilourdes de Torres, enfermera delegada de Nutrición del Consejo General de Enfermería, explica a Maldita.es que el mascado de chicle sirve además para estimular la motilidad intestinal (los movimientos que hacen que la comida vaya desde el estómago y por todo el intestino hasta el ano), incluso en pacientes con íleo postquirúrgico (cese de la función intestinal después de la cirugía).

Los datos reunidos de pacientes intervenidos de cirugía abdominal, que suele provocar ‘íleo postoperatorio’ (conocido coloquialmente como ‘parón intestinal’), parecen indicar que masticar chicle estimula el movimiento intestinal”, nos confirma Gorka Docio Gregorio, médico especialista en cirugía general y de aparato digestivo y maldito que nos ha prestado sus superpoderes.

Por lo tanto, pese a que “los datos no son muy concluyentes”, Docio subraya que mascar chicle después de la cirugía puede ayudar al sistema digestivo del paciente a recuperarse más rápidamente y conseguir una reintroducción de la ingesta más precoz. 

En Maldita.es también os hemos resuelto otras dudas sobre los chicles. Por ejemplo, si masticar chicle puede incidir en nuestra concentración o por qué no es cierto que si te tomas un chicle se te quede pegado en las tripas.

¿Por qué el café suelta el estómago?

La frase popular "café y cigarro, muñeco de barro" implica que tras fumar (algo que es perjudicial para tu salud y que tu salud te agradecerá que lo dejes) y tomar café sentirás rápidamente la llamada de la naturaleza y tendrás que aligerar tus intestinos. Vamos a centrarnos en el café únicamente y explicar cómo afecta a nuestro cuerpo para que nos haga ir al baño al poco de beberlo.

Está probado que el consumo de café aumenta la motilidad intestinal, pero la causa no es la cafeína, aclara a Maldita.es Daniel Ursúa, dietista-nutricionista. Un estudio en ratas comprobó que el café disminuye la población bacteriana del intestino y aumenta su actividad muscular independiente de si era descafeinado o no. Pero en sus conclusiones no recogen el motivo por el que aumenta la actividad muscular. Otro estudio de 1990 en humanos llegó a las mismas conclusiones: un aumento de la motilidad intestinal a los cuatro minutos de tomar el café, descafeinado o no, pero el artículo no aclara los mecanismos que causan este movimiento intestinal.

"Hay bastante certeza de que el café produce una aceleración en la evacuación, sobre todo matutina", señala a Maldita.es el dietista-nutricionista Sevi González, que nos ha donado sus superpoderes. El experto señala que la causa se encuentra en algunos componentes del café responsables de estimular algunas hormonas características como la motilina y la gastrina, encargadas de la motilidad de los intestinos y regulación del pH (el grado de acidez) en el estómago respectivamente.

González añade que el efecto laxante "viene determinado por la ingesta de un medio ácido como es una infusión de café. Además, es capaz de activar la secreción de jugos gástricos con la consecuencia de un vaciado gástrico rápido y ahí tenemos el mecanismo por el cual sentimos la necesidad de ir al baño".

Un trabajo científico también concluyó que el consumo de café descafeinado tras una cesárea puede reactivar más rápido el intestino. Además, otra investigación vio una recuperación más rápida de la defecación al tomar café tras una laparoscopia en mujeres (una operación para ver la cavidad pélvica).

¿Por qué el estrés o la tristeza pueden causarnos un impulso por comer?

Quizás te haya pasado. Ante un episodio de estrés, de tristeza o algún otro malestar emocional, acudes a la comida como forma de afrontarlo y disminuir esa sensación. ¿Por qué ocurre esto? En gran medida por falta de otras herramientas para hacer frente a estas situaciones y porque comer nos da placer inmediato. Y puede ser un problema. Lo explicamos con más detalle.

La dietista-nutricionista especializada en trastornos de conducta alimentaria Mariana Álvarez explica a Maldita.es que las emociones y la alimentación están muy relacionadas. En su experiencia profesional, estas situaciones se deben "a que el comer nos produce placer inmediato y a que los alimentos estén disponibles prácticamente en cualquier momento o situación". Por ello, se puede caer muy fácilmente en la comida como forma de afrontar cualquier emoción.

Andrea Arroyo, psicóloga sanitaria y dietista-nutricionista y doctoranda en conducta alimentaria, indica a Maldita.es que se recurre a la comida porque esas personas "no tienen otro recurso de gestión emocional en su caja de herramientas y acuden al recurso fácil y accesible que es la comida". Este uso de la comida podría suponer un trastorno de la conducta alimentaria, aclara la experta.

Este mecanismo es un comportamiento de evitación. Para evitar enfrentarnos a situaciones negativas, la comida se utiliza como estímulo distractor que produce el beneficio de escapar de la situación negativa o estresante. "Escapamos de esas situaciones hacia otra que nos produce beneficio o refuerzo, dado que la comida es un reforzador fisiológico inmediato que produce ese placer", señala a Maldita.es José Alejandro Aristizábal, doctor en Psicología, investigador del comportamiento del consumidor y maldito que nos ha donado sus superpoderes. No obstante, la ansiedad puede producir el efecto contrario de no consumir alimentos, que también puede producir desórdenes de alimentación.

Por lo tanto, la comida se convierte en la sustancia que nos alivia y regula ante todo el abanico de emociones que vivimos a lo largo de nuestra vida. Pero no es únicamente el alimento. También el contexto y otras variables que acompañan al comer influyen en el refuerzo que encontramos al consumirla y el consuelo que da, añaden desde el centro de psicología y nutrición Cristina Andrades. Desde este centro aclaran que la ingesta emocional debe diferenciarse de una ingesta compulsiva y de atracones: "La cantidad de comida ingerida, la vivencia del momento de ingesta, la posterior culpa o sensación de descontrol, son algunas de las diferencias que nos indican ante que situación nos encontramos. De alguna manera, todos 'comemos emocionalmente' y encontramos gratificación y consuelo a través de la comida, sin que esto suponga una dificultad o alteración en nuestro día a día".

Blanca López Cabezuelo, psicóloga y analista de conducta que también nos ha prestado sus superpoderes, incide a Maldita.es que "cada caso es único, cada persona aprende y se mueve en el mundo como buenamente puede y en la mayoría de los casos todos buscamos estrategias para suprimir o dejar de experimentar ansiedad. La lucha de cada persona contra la ansiedad es una experiencia tremendamente desagradable para quien la vive".

¿Se pueden congelar las patatas?

En Maldita.es nos encantan las patatas, en todas sus formas y variantes. Tenemos bastantes artículos dedicados a ellas, como el que explicamos cuál es la mejor forma de conservarlas, por qué consumirlas blandas tras pasar unos días no es un riesgo para la salud o por qué hay tanto aire en el interior de las bolsas de patatas. Ahora nos habéis preguntado si se pueden congelar las patatas, cómo hay que hacerlo y cómo descongelarlas correctamente. No vamos a cuestionar lo que hacéis con vuestras patatas, pero desde el punto de vista de la calidad del producto, se puede hacer aunque no es una muy buena idea.

Gemma del Caño, especialista en calidad de la industria alimentaria, explica a Maldita.es que las patatas congeladas no tienen ninguna diferencia nutricional respecto a las cocinadas, “pero la textura es escandalosamente mala y, en principio, no se deberían congelar”. Lo que ocurre es que el almidón y la cantidad de agua que acumulan las patatas hacen que, cuando se congelan, se rompen y quedan acartonadas.

En este sentido, Del Caño recomienda que para platos que se vayan a congelar y lleven patatas (como caldos o guisos), estas se separen y se añadan cuando las raciones se vayan a rescatar del congelador.

En el caso de que queramos proceder con la (en opinión de la experta, errónea) idea de congelar las patatas, un buen truco puede ser escaldarlas: cocer la patata en taquitos y una vez que el agua empiece a hervir, sacarlos en un bol con agua muy fría y colocarlos en una bandeja que quede extendida en el congelador. “En la industria solemos escaldar las patatas y luego las ultracongelamos, que es mucho más rápido y queda menos mal. Pero en casa no van a quedar nada bien”, apunta.

Del mismo modo, si ya tenemos unas patatas metidas en el congelador, la mejor alternativa es aprovecharlas para platos en los que la patata no sea el ingrediente principal “porque va a quedar realmente mal”. En el caso, por ejemplo, un puré de patatas que (por cosas de la vida) se ha congelado, ¿cómo se descongelaría? Del Caño recomienda ir calentándolo en un cazo hasta que quede con la textura correcta. “Pero nunca va a quedar bien del todo”, avisa.

Por último, la experta agrega que los productos similares a la patata (como el boniato, que también tienen mucho almidón), tampoco le sientan bien la congelación: “La textura al descongelarlo será harinosa y sin sabor”.

Todavía no hemos terminado...

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En este artículo ha colaborado con sus superpoderes el maldito Gorka Docio Gregorio, José Alejandro Aristizábal, Blanca López Cabezuelo y Sevi González.

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